


Escribo, Leo y mejoro la comprensión lectora

LOS DELFINS DE LA CASA
DE CRISTAL
Cuentan los abuelos de las culturas indígenas ticunas y yaguas que, en el fondo del río Amazonas existía una hermosa ciudad de cristal cual paraíso. Allí llegaban los delfines y vivían como personas corrientes. Los delfines subían a la superficie del río y se transformaban en personas, pero utilizaban un sombrero para cubrirse el orificio que tienen en la cabeza, por el cual respiran; por eso, la gente no sabía que eran delfines.
Los delfines se robaban a las mujeres que estaban allí y se las llevaban para la ciudad de cristal. Es por eso, que los indios les recomendaban a sus mujeres que si un delfín las raptaba, no recibieran nada de comer ni de beber por tres días; así, los delfines, al no querer que murieran de hambre, las volvían a traer a la orilla del río.
Leyenda de los indios yaguas y ticunas (Amazonas)
Tradición oral


La leyenda
La leyenda es una narración de hechos reales o fantasticos, que va pasando de una generación a otra, con modificaciones, de acuerdo con la imaginación e intereses de las personas que la cuentan.
Cuando, en un escrito, se atribuye a los animales y a los seres inanimados comportamiento, caracteristicas y acciones de las personas, el autor se vale de la personificación.

El Mito
El mito es una narración fantástica, a través de la cual las personas han querido dar explicación a los diferentes fenómenos que ocurren en la naturaleza y al origen de su existencia.
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Los delfines de la casa de Cristal
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La Patasola

¿Cómo nacieron el sol y la Luna?
Esta es, indudablemente, una de las primeras preguntas que se hicieron nuestros antepasados. ¿Cómo contestarla?
Los hombres de la antigüedad se respondieron: “Al sol y a la Luna los hicieron los dioses”. Y así, del sentimiento e imaginación humanas nacieron los mitos y leyendas. Te presentamos una leyenda muy antigua sobre el origen del sol y la Luna. Es la leyenda azteca del Quinto Sol.
Cuentan los nahuas que los dioses Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Citlalicue, ordenaron que se hiciera el Sol. Para ello se reunieron en Teotihuacan alrededor de una hoguera sagrada en la cual debía de sacrificarse el que quisiera convertirse en el Sol. Para el sacrificio se ofrecieron Tecciztécatl, hermoso y rico; y Nanahuatzin, enfermo y pobre. En el momento en que debían decidirse, Tecciztécatl tuvo miedo y fue Nanahuatzin quien, lleno de valor, se arrojó a la hoguera, de donde salió convertido en el Sol.
Entonces Tecciztécatl, avergonzado de su cobardía, se arrojó también a la hoguera, saliendo convertido en la Luna. Al principio los dos brillaban igual, pero los dioses, como recuerdo de su cobardía, le arrojaron un conejo a la Luna, con lo cual disminuyó su brillo. Este conejo puede verse aún hoy en la Luna, y sirve para recordarnos que el valor es una virtud mayor que la belleza o la riqueza.
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La Llorona
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